Un grupo de científicos se propuso utilizar la inteligencia artificial (IA) para descifrar las emociones de los animales mediante el análisis de sus rostros, un trabajo que abarca desde la mejora de su día a día hasta la optimización de la eficiencia productiva.
Los seres humanos no son buenos leyendo las emociones y los sentimientos en los rostros de los animales, aunque ellos también experimentan dolor, estrés o alegría, por citar algunos. Para una parte de los científicos, la IA es la herramienta que podría ayudar a comprenderlos mejor.
IntelliPig es uno de los proyectos que utilizan esta tecnología avanzada, en su caso para garantizar el bienestar de los cerdos en las granjas a través de la monitorización constante e individual de estos animales.
Se trata de un proyecto de tres años de duración, que comenzó en septiembre de 2023, y que espera desarrollar un sistema basado en inteligencia visual con el que se busca recopilar los datos de bienestar físico y emocional de los cerdos que posteriormente se combinan con otros parámetros como la alimentación, la hidratación y el historial médico.
"Al emplear técnicas de aprendizaje automático de última generación, dicho sistema ofrecería la capacidad de un aprendizaje continuo sobre los individuos y, en consecuencia, permitiría la detección temprana de alteraciones de la salud y el bienestar, umbrales personalizados de intervención y enfoques de tratamiento personalizados", se recoge en el texto de la investigación, publicado en la web de Scotland's Rural College.
La finalidad de este proyecto es optimizar mejor la eficiencia de la producción ganadera. Otros, en cambio, buscan leer las emociones en los rostros de los animales para mejorar sus vidas, precisamente lo que persigue el proyecto que colidera la informática Anna Zamansky en la Universidad de Haifa (Israel).
El equipo de Zamansky está entrenando sistemas de IA para detectar el dolor en los animales, con ovejas como caso de estudio, que ya han demostrado ofrecer mejores resultados que la percepción humana, como aseguran en el estudio publicado en enero en Nature.
En la misma línea se encuentra el proyecto neerlandés EPWA, que ha desarrollado una aplicación móvil con la que se pueden medir los niveles de dolor de caballos y burros. Utiliza una escala de dolor, pero también el reconocimiento de las expresiones faciales, para determinar la necesidad de llamar a un veterinario.
