Tenemos la errónea impresión de que los cambios en una nación (políticos, económicos y sociales) están forjados por un grupo compacto de ideas homogéneas que constituyen la unidad de El Salvador. Lo cual es como creer que los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno de 1979 constituían un conjunto de idealistas que deseaban un mejor país. Pero la realidad es otra, dado que esos cambios atendieron los intereses nacionales y foráneos del momento. Es como unir a dos personas por el común afecto, en breve tendrán diferencias, igual ocurre cuando se unen los políticos, en segundos surgirán conflictos.



Por esa razón Dios dijo: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová (Jeremías 17:5), de manera que los hombres somos imperfectos, egoístas, ególatras, sin afecto natural y en la mayoría de veces buscamos únicamente un interés particular, es decir mientras haya un mayor beneficio hacia nosotros, haremos a un lado las necesidades de otros, y vaya que el mundo se conduce a la autodestrucción, por carecer de empatía hacia los que sufren. A pesar de ello han existido y seguirán existiendo unas pocas personas que harán la diferencia.

Este es el caso de lo ocurrido con (1839) la goleta de carga “Amistad” el cual zarpó de La Habana hacia Puerto del Príncipe en Cuba, con 53 africanos condenados a una vida de esclavitud en la isla. Pero, estando a bordo de la goleta los africanos lucharon por su libertad. Su batalla les permitió ganar su indulto. Y pronto los abolicionistas de Estados Unidos asumieron su lucha en los tribunales de Estados Unidos. Los 49 hombres, tres niñas y un niño, todos miembros de la tribu “Mende”, habían sido capturados por portugueses tratantes de esclavos en lo que es hoy Sierra Leona y vendidos como esclavos en Cuba.



En aquel momento, Estados Unidos, así como España y otras potencias europeas, habían prohibido la importación de esclavos. Sin embargo, el comercio transatlántico ilegal de esclavos continuaba ilegalmente. La Habana, una colonia de España, donde los Mende fueron vendidos, se había convertido en un importante puerto para tal actividad. El gobierno español envió una solicitud directamente al presidente Martin Van Buren de Estados Unidos pidiendo la devolución a Cuba de los sobrevivientes de la tribu Mende.

El presidente remitió la solicitud al tribunal de distrito de Estados Unidos en Hartford (Connecticut), donde estaba pendiente un caso para determinar si los Mende eran de hecho esclavos. Van Buren enfrentaba una reelección con poco apoyo debido a una crisis económica. Supuso que una decisión favorable a la esclavitud le ayudaría entre los votantes. Tenía tanta confianza en que el tribunal aceptaría la reclamación de los españoles que dispuso que un barco de las Fuerzas Navales estuviera listo para trasladar a los africanos de regreso a Cuba.

Es acá donde interviene el expresidente John Quincy Adams, en su calidad de abogado, el cual argumentó que los africanos de la tribu de los Mende eran libres y que debían ser enviados de vuelta a su tierra. Es así como puso a prueba el sistema de justicia de los Estados Unidos para que resolvieran de acuerdo a sus ideales. En el momento en que se llega a las palabras en la Declaración de la Independencia que dicen que todo hombre tiene el derecho a la vida y a la libertad, un derecho inalienable, este caso afirmó Adams. “No pido otra cosa que esta Declaración en nombre de estos hombres desafortunados”

La Suprema Corte de los Estados Unidos se pronunció en favor de Adams y los abolicionistas recaudaron dinero para enviar a su patria a los africanos que tanto habían sufrido. Esta historia de sufrimiento y de sentimientos de injusticias, es la que viven ahora miles de salvadoreños que se encuentran en las cárceles siendo acusados de forma injusta de ser pandilleros, sin serlo, debido que ya salieron mas de 7,000 personas de las cárceles, que fueron procesados indebidamente, y hay cientos de personas que tienen la carta de libertad, pero la DGCP, se niega a liberarlos.

De modo que estos compatriotas que no son pandilleros enfrentan un sistema un sistema de justicia que carece de indecencia, en la que han sufrido vejámenes, y sus derechos les han sido soslayados, sin embargo, Dios es justo y él verá por los que sufren injusticias y sabrá tomar cartas en el asunto en su tiempo.