Por primera vez El Salvador clasifica a un mundial de Fútbol de la categoría Sub-17 y eso es un hecho que nos llena de mucho orgullo a todos los salvadoreños. Hasta ahora son 18 ediciones del mundial, el cual se realiza desde 1985. Esta vez se efectuará en noviembre venidero en Catar donde ondeará la bandera azul y blanco y se escucharán las sagradas notas de nuestro Himno Nacional.



La clasificación al mundial Sub-17 convierte en una especie de héroes al grupo de adolescentes que lograron la hazaña pese a la adversidad. Los salvadoreños estamos acostumbrados al fracaso futbolístico, tanto a nivel de equipos como de selecciones, por lo que el triunfo ante Jamaica 2 a 1 representa un oasis en el desierto. Ya teníamos doce años desde que la Sub 20 clasificó al Mundial Turquía 2013 donde lograron la histórica victoria de 2-1 ante Australia.

En la categoría mayor hemos asistido a dos mundiales (México 1970 y España 1982), donde nos fue muy mal porque se jugó contra todo desde el punto de vista administrativo, como el hecho de viajar a España atrasados y sin balones. A nivel de fútbol playa hemos tenido el honor de estar en cinco mundiales (Marsella 2008, Dubai 2009, Rávena 2011, Tahití 2013 y Rusia 2021), siendo Rávena 2011 donde mejor nos fue al lograr el apoteósico cuarto lugar.



Reitero, lo efectuado por la camada de adolescentes (entre ellos ocho legionarios) es digno de elogiar, pues ante el desorden dirigencial en la Federación de Fútbol, la cual actualmente es administrada por una Comisión Normalizadora presidida por el panameño Rolando Enrique González, apoyado por sus coterráneos Oscar Giralt y Reynaldo Marden De León. Antes hubo una comisión presidida por José Sáenz Marinero, la cual poco o nada bueno hizo por el fútbol nacional.

Pues bien el seleccionador Juan Carlos Serrano, quien había venido sumando fracaso tras fracaso, a tal punto que muchos pedíamos su renuncia o destitución, nos tapó la boca a muchos y junto a su cuerpo técnico jugaron contra la corriente y en aproximadamente dos meses conjuntaron una selección Sub-17 batalladora que ante Jamaica, cuya selección tenía año y medio de preparación, se impuso 2 a 1 con goles dignos de una clasificación mundialista.

Por eso, aquella noche del sábado 15 de febrero, cuando terminó el partido en el estadio El Progreso de Guatemala y aquellos niños-adolescentes corrieron a abrazarse y llorar de alegría, era el abrazo y el llanto de todos los salvadoreños que amamos el fútbol y somos incondicionales a cualquier selección de fútbol que nos represente. Necesitábamos de una alegría y estos chicos nos las dieron con creces, todos hubiéramos queridos estar ahí, para fundirnos en un abrazo sincero y dar gracias al Creador. Contra todo pronóstico estaremos en Catar.

Ahora viene el reto. No se trata de hacerse fotos con los muchachos o con el trofeo, tal como ya lo hicieron sin ninguna vergüenza los dirigentes de la Normalizadora o de tratar de sacar raja política como pretenden algunos funcionarios y políticos. Se trata de diseñar un plan para que en Catar se realice una digna presentación que permita a la Sub-17 llenarse de gloria.

De aquí al desarrollo del Mundial se debe potenciar a su máxima expresión la preparación, nombrar uno o dos psicólogos deportivos, planificar campamentos y coordinar de la mejor forma la actividad académica y deportiva de los mundialistas. Para los muchachos que viven en el exterior se debe crear un programa virtual y controlado exhaustivamente. Debe, además, diseñarse un modelo de monitoreo para darle seguimiento a los legionarios, incluso designarse a alguien del cuerpo técnico para que constantemente viaje a supervisar el trabajo de esos chicos.

Una vez terminado el Mundial se le debe dar seguimiento a cada seleccionado y promovérseles internacionalmente o buscar la manera de hacerlos competitivos, por ejemplo permitírseles competir en primera o segunda división como un equipo, o distribuirlos en la liga mayor. Potencialmente son la próxima selección Sub-20. Lo importante es que se elabore un plan ejecutable para estos mundialistas y no se les deje a la deriva como ocurrió con los juveniles que participaron en Turquía 2013.

La ocasión debe generar una ganancia per se y ahora que hemos logrado una clasificación juvenil los dirigentes deben comenzar a planificar a conciencia el futbol infantil y juvenil. En las edades infantiles y juveniles se tiene una capacidad de absorción mental y desarrollo físico universal. Un niño de cinco años tiene las mismas posibilidades de desarrollo mental y físico sin importar si nació en Nigeria, Portugal, Argentina, India, Estados Unidos, Puerto Rico o El Salvador. Hay factores como la genética, la alimentación, el contexto, la educación y otros que determinan una facultad o predisposición, pero esos son factores que con planificación, preparación, formación y disciplina se equiparan y hasta se superan.

Ojalá y quienes asuman las riendas de la Federación lo hagan con mucha responsabilidad y visión sabiendo que en los niños y adolescentes está el futuro de nuestro fútbol.

Felicidades muchachos porque huérfanos de apoyo dirigencial lograron junto al cuerpo técnico y el apoyo incondicional de sus familiares darnos una alegría nacional y llenarnos de orgullo a cada salvadoreño. En Dios y en cada uno de ustedes confiamos y estamos seguros que en Catar la azul y blanco ondeará victoriosa.