El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha propuesto la derogación de la ley que prohíbe la minería metálica en el país, argumentando que el descubrimiento de un importante yacimiento de oro podría transformar la economía salvadoreña. Bukele sostiene que estos nuevos recursos podrían generar un desarrollo económico y social sin precedentes, afirmando que "somos el único país en el mundo con una prohibición total de la minería metálica, algo que ningún otro país aplica".
A pesar del éxito reciente de su política sobre Bitcoin, donde El Salvador posee BTC valorados en más de 610 millones de dólares, la oposición se ha intensificado. Grupos políticos, periodistas y comunidades locales han expresado su preocupación por los posibles daños ambientales y a la salud pública que podría acarrear la reactivación de la minería. En particular, se teme por la contaminación del Río Lempa, vital para millones de salvadoreños.
Sin ser un experto en el arte de la “minería”, pero intuyendo que esta población de opositores, que muchas veces pareciera que despreciaran el saber y animan a construir murallas en torno a sus creencias fijas, rechazando el razonamiento como un juego de tontos que solo encubre las maquinaciones del poder; me resisto a seguirlos como un borrego, exigiendo educarme un poco en el tema, y así generar mi propia opinión. En un periodo histórico de la posverdad, donde el uso de la mentira se subvierte a nuestros intereses individuales y colectivos, cualquier ser mínimamente pensante sabe que se debe dudar de todos y todas, que tanto la verdad como la mentira, con predilección por esta última, solo se utilizan a conveniencia.
Todo ser humano, decía Aristóteles, quiere saber. Y aunque en general coincido con el pensamiento Aristotélico, a veces me pregunto, si hay quienes niegan todo saber que contradice sus ideas, dogmas, e ideologías preconcebidas. Todos los hombres son violadores, dicen algunas feministas. Toda riqueza proviene de la explotación del ser humano y/o del ecosistema, dicen los comunistas. Indudablemente, pensamientos, no solo, ignorantes, sino contraproducentes (incluso para sus movimientos ideológicos), y más aún irracionales y excluyentes. El mundo es un lugar recalcitrante, y hay algunas cosas sobre si que muchos de nosotros preferiríamos ignorar. Verdades inconfortables, pero sin dejar de ser verdades. La guerra, por ejemplo, como un mecanismo de competencia en el mundo natural.
Es cierto la minería, aunque esencial para la obtención de materiales necesarios para la industria y la tecnología, gerenciada irresponsablemente tiene la capacidad de generar daños serios, e incluso destrucción irreversible, al ecosistema. Elementos como el agua y el aire, son especialmente vulnerables a la contaminación producida por químicos tóxicos como el cianuro y mercurio que son utilizados en la extracción de metales preciosos. Sin embargo, también es cierto que no todo es completamente blanco ni todo es completamente negro. La minería también ofrece beneficios, si se gerencia de una manera técnicamente profesional.
La explotación minera hecha de forma responsable genera beneficios económicos, produciendo empleo directo e indirecto, especialmente en aquellas regiones rurales y de bajos ingresos; así también contribuye al Producto Interno Bruto (PIB) del país. Particularmente refiriéndonos al oro, que es el metal precioso del cual habla el señor Bukele, es un activo financiero estable y esencial para la economía global, su demanda constante genera mercados estables, incluso para países con grandes reservas de oro, la minería impulsa el comercio internacional y fortalece la balanza comercial. Es cierto, las prácticas de minería no sostenibles son causa potencial de contaminación, perdida de ecosistemas y conflicto social que en algunos casos son irreversibles. Por el otro lado, algunos expertos sostienen que es posible utilizar tecnologías limpias y procesos que minimicen el impacto ambiental. Igualmente, el rol del gobierno en fortalecer las regulaciones para asegurar que las empresas cumplan con los estándares ambientales y laborales, y al mismo tiempo garantizar que los beneficios lleguen a las comunidades afectadas y no solo a las grandes corporaciones.
El costo-beneficio de la minería de oro varia dependiendo de cómo se gestione. Si se hace de manera responsable puede generar crecimiento económico al país, de lo contrario, sus impactos negativos pueden superar ampliamente sus beneficios. La mayoría de los que protestan contra la reivindicación de la minería, también se opusieron a la política del Bitcoin, implementada por el gobierno y a cualquier otra política de este gobierno. El país necesita una oposición por supuesto, es saludable y necesaria, sin embargo, esta oposición debe ser propositiva y constructiva, más pensante y menos visceral.