Todo es efímero, pensó Rómulo, al tiempo que se aseguraba el correcto ángulo de las luces. En aquella noche, lluviosa y oscura, su responsabilidad era documentar la extradición del reo, capturado en Honduras, hacia las autoridades salvadoreñas. Estaba sorprendido por la urgencia del llamado, le habían solicitado su presencia el día de su descanso y con dos horas de aviso previo. Pero además le sorprendía la presencia conjunta de toda la cúpula policial, en aquel descuidado y abandonado puesto fronterizo. ¿Por qué no se hizo lunes por la mañana? se preguntó, entre dientes, sin que nadie lo escuchara. ¿Y qué tan importante es este tipo de IVASOC para que toda una cúpula de poderosos nos acompañe? Hum...quien sabe, pero no necesito saberlo, después de todo mi trabajo es crear contenido para la propaganda sistemática del régimen, nada más, nada menos.



Las luces potentes se enfocaron en el delincuente arrodillado, como si rezando a dios. Es una toma dramáticamente dantesca, pensó Rómulo, propia de la inquisición católica del medioevo, al momento de descargar su flash sobre el cuerpo arrodillado del presunto delincuente. La lluvia incesante y la humedad en sus ropas hacia que aquella leve brisa produjera pequeñas contracciones en la superficie de su piel, afectando levemente la pesada concentración, necesaria en el trabajo de aquel periodista.

Los minutos y segundos pasaron hasta que, de repente, escuchó la orden del comandante de subir al helicóptero. Una máquina de más de 65 años, donada por el gobierno de los Estados Unidos durante la guerra que nunca pasó. Mi carro tiene 21 años, reflexionó, y siempre que voy de San Salvador a Usulután para ver a mi familia, tengo miedo de que se me rompa. Esta máquina está envejecida, sus materiales totalmente fatigados, y con una tecnología obsoleta, es una noche oscura y lluviosa, con visibilidad pobre, en zona montañosa, ¡dios nos proteja!



Con aquellos pensamientos subió en la pesada máquina, digna de un museo militar. Fue de los últimos en subir, tenía que documentar el movimiento del pelotón de gente responsable de aquella maniobra, aparentemente importante para la credibilidad del Gobierno.

El ruido era ensordecedor, las vibraciones del metal intensas, al iniciar el ascenso de la aeronave. La lluvia no cesaba y el viento aullaba. A los pocos minutos del despegue y ya en camino hacia San Salvador, un fuerte estruendo se escuchó, como si la cola del helicóptero hubiese tocado algo, seguido de lo que le pareció que las hélices giraban sin control. De repente, Rómulo sintió que su cuerpo perdía peso rápidamente, similar a la sensación de una montaña rusa. Sintió un pánico intenso cuando escuchó simultáneamente las llamadas de atención de la tripulación: ¡Por favor, agárrense bien que estamos perdiendo altura! ¡Estoy tratando de estabilizar esta nave! Todos se volvieron a ver con ojos desorbitados, respiraciones rápidas y palidez profunda. El pánico era generalizado.

La rapidez de los eventos, los cambios bruscos en la orientación del helicóptero y la falta obvia de control de este causaron confusión y desorientación en el periodista. ¿Esto está realmente pasando? ¡No puede ser dios mío! A medida que las vibraciones y el ruido ensordecedor se volvían insoportables, un miedo visceral lo inundó, casi primitivo. ¡No quiero morir!, se dijo. ¿Qué será de mis padres? ¿Quién los ayudará cuando yo falte?

Hace una semana exactamente que el extraño accidente ocurrió. Los diversos medios de comunicación, tanto radial, televisivo como escrito le dieron seguimiento por tres días únicamente. Desde media semana total silencio. Las familias tristes han quedado solas, con su luto, preguntándose que ocurrió realmente. Porque se tomaron tantos riesgos en lo que pareció una jugada suicida. ¿Por qué? “Es viuda” dirán, perdió al marido en circunstancias terribles y nunca del todo aclaradas. Es muy probable que las razones y causas de tan terrible suceso nunca se aclaren.

En general, aunque muchos accidentes de helicóptero son investigados a fondo, las causas del accidente pueden ser tan variadas y en la mayoría de las ocasiones muy difíciles de determinar una causal especifica. Factores como la complejidad del helicóptero, el error humano, el mantenimiento y las condiciones meteorológicas son determinantes en la probabilidad de que se aclare la causa de un accidente. Al final será igualmente importante conocer el por qué del contingente receptor del delincuente.