En el interesante ensayo “Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar”, del antropólogo cubanoFernando Ortiz Fernández, publicado en 1940, este nos detalla a manera de metáfora, sobre la trascendencia que la producción de rubros, tanto como el tabaco y el azúcar, tuvieron en la economía isleña, pero sobretodo la transculturización que de ese proceso derivo a la sociedad cubana. En una parte de este texto podemos encontrar lo siguiente: Fumar un tabaco es elevar, suspiros de humo a lo ignoto, anhelando un consuelo pasajero o una ilusión, aunque huidiza, que entretenga la espera. Por eso fue dicho que el tabaco es "el anodino de la pobreza" y enemigo de los sinsabores.



Acertado punto de vista que como velo que atraviesa décadas desde los años cuarenta podemos ver que seciñe a exactitud en tantas sociedades actuales;sociedades en donde una gran mayoría históricamente tomamos dosis de cubos anodinos endulzados ante la palpable realidad. Una pequeña muestra en el sistema de salud pública, donde son programados exámenes médicos hasta para dentro de seis meses, previo a tener sospecha de un posible diagnóstico positivo,tiempo que sería crucial para iniciar un tratamiento específico pero la excesiva saturación de pacientesimposibilita un cupo antes de la fecha; o la espera de dos meses para poder recibir la lectura de una mamografía, que por medio de licitación que se han contratado médicos externos para la interpretación de dicha radiografía.

Pero existen cubos anodinos de colores en el ambiente que pretenden distraer la atención y silenciar porque es más conveniente un consuelo pasajero; un festival de fruta de temporada que se promulga como una novedad, puede hacer mejor la espera a lo que desespera; una exaltación y fiesta entorno a un platillo típico, debe elevar el orgullo a la cultura del maíz a la que pertenecemos, pero también puede hacer mejor la espera a lo que desespera. Una pista de hielo en el centro de la ciudad será un cubo de azúcar glaseada con anodino, deberá provocar tanta novedad que será mejor olvidar lo que desespera y que cualquier pensamiento que lleve imbíbito un cuestionamiento social sería mejor suprimirlo ante estas distracciones, para olvidar que somos gobernados y pensar o imaginar que hay un espíritu de unidad que traspasa las fronteras.



Lo anterior, son solo ilusiones ciudadanas raídas que pueden notarse ante el fracaso de sistemas económicos, sociales y políticos. Donde ciertamente, como bocanadas de humo para nuestro caso sin tabaco, sino de esperanza que huye y se desvanece ante una realidad donde poco o nada puede hacerse o decirse; porque todos estamos en el mismo barco pero no todos se están hundiendo y ante esa circunstancia el adverbio “mientras” impulsa el no hacer, el no disentir, el no cuestionar. Por mientras el agua no llegue a nuestros pies no seremos consientes ni de la palabra empatía, menos el adjetivo valor.


Ivette María Fuentes es Lic. en Ciencias Jurídicas