Cuatro textos deben reseñarse del médico-escritor Melitón Barba antes de 1972: 'El Juramento Hipocrático y la responsabilidad social del médico (agosto1963), 'Bosquejo socioeconómico de El Salvador y control de la natalidad' (1967); 'El control de la natalidad en América Latina' (1970) y el libro 'Apuntes de ortopedia y traumatología', (Editorial Universitaria, 1971), que es el resultado de sus estudios de especialización en Bolonia a finales de la década de 1950 y de su práctica médica en ortopedia y traumatología en la década de 1960.

Aunque la ficción literaria no aparecía aún descollante, con la vida vivida que tenía es posible explicarse muchos de los temas plasmados en sus cuentos que emergerán desde 1980 en adelante.

Es en 1975 cuando Melitón Barba da un giro significativo a su visión médica al ir a estudiar acupuntura a Italia. Y a partir de ahí se abrió a la homeopatía, retomó la hipnosis que había practicado en la década de 1960 en el Hospital Rosales, se acercó a la terapia neural y a la mesoterapia y al naturismo. O sea, amplió su perspectiva terapéutica, y en ningún momento abandonó su formación de ortopeda y traumatólogo. Su heterodoxia médica, de algún modo, estaba en consonancia con su heterodoxia política.

Cuando el país está ya a las puertas de la generalización de la guerra, en 1979, Melitón Barba ya ha elaborado un puñado de cuentos que presentó de manera privada a un grupo de personas. Esos cuentos, quizás en un 40% pasaron a su primer libro Todo tiro a jon.



El camino a la literatura lo hizo con cierta morosidad, pero la situación política de El Salvador lo forzó a irse de nuevo al exilio, en 1980, y esta vez por 8 años, a Nicaragua. Y es aquí donde se produce el 'estallido literario' del médico-escritor Melitón Barba.

A sus contemporáneos escritores (aunque él, por haber nacido en 1925, era mayor que los 'famosos' del Parnaso salvadoreño) les costó un poco asimilar que un 'recién llegado' haya subido tan rápido al podio. Y la verdad es que el cuentista ya estaba ahí desde la década de 1960, pero sin pulir, sin decantarse.

Los cuentos que publicó entre 1984 y 2000 son un poco más de 100, repartidos en 8 libros, cuyas fechas explican por qué este autor se hizo un lugar en la literatura salvadoreña y en la centroamericana: 'Todo tiro a jon' (Managua, 1984), 'Cuenta la leyenda que' (Managua, 1985), 'Olor a muerto' (San Salvador, 1986), 'Puta vieja' (San Salvador,1987), 'Cartas marcadas' (San Salvador, 1989), 'Hermosa cosa maravillosa' (San Salvador, 1991), 'La sombra del ahorcado' (San Salvador, 1994), 'En un pequeño motel' (San Salvador, 2000).

De acuerdo a esto, Melitón Barba desplegó su cuentística durante la generalización de la guerra, y aunque los dos primeros libros iniciales se publicaron en Managua, desde 'Olor a muerto' todos sus libros circularon con cierta facilidad en El Salvador. Y a esto debe agregarse que regresó a establecerse en el país en 1988, lo que significa que seis de sus libros los elaboró en medio del contexto de guerra y dos en el marco de la posguerra.

Las nuevas generaciones de aquellos años supieron detectar esta extraña circunstancia del 'novísimo' cuentista y lo leyeron con cuidado y al parecer les ha aprovechado.

Los temas de Melitón Barba son diversos, algunos de raigambre local, pero otros son de carácter universal. Su técnica es cuidada y de libro en libro iba depurando su estilo. Sus lecturas de García Márquez, de Borges, de Vargas Llosa, de Cortázar, de Rulfo, de Mutis, de Ribeyro... fueron esmeradas y afinaron su prosa.

En el libro 'Cartas marcadas' hay un cuento, 'El troughtroughtrough de Valentina Mamedov', en donde los vasos comunicantes entre la literatura y la medicina son bastante visibles.

Su ascendencia española (era hijo de Francisco H. Barba, oriundo de Tejares, Salamanca), apenas aparece en sus cuentos. Solo el tema de la guerra civil española se muestra de un modo alegórico en el cuento 'Azules y rojos'.

Melitón Barba murió el 29 de junio de 2001, hace 24 años, a punto de cumplir 77 años (su partida de nacimiento dice que es del 25 de agosto de 1925, pero él lo celebraba el 26 de octubre), y este 2025 se cumplen 100 años de su nacimiento.

Por suerte, su legado― literario, médico y ciudadano― está vivo. Las siempre revulsivas nuevas generaciones de hombres y de mujeres de este país tienen dónde abrevar, como lo hacen con Alberto Masferrer, con Salarrué, con Claudia Lars, con Ítalo López Vallecillos, con Roque Dalton, con Álvaro Menéndez Leal...

• Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones