Desde esta cancha de letras, donde la pasión por el fútbol se une a la reflexión sobre el alma de nuestro país, hoy vibramos con una noticia que nos llena de un orgullo inmenso: ¡La Selecta está en la fase final de la clasificación para el Mundial 2026! Los ecos de la clasificación, los gritos, los abrazos, la explosión de alegría que unió a cada salvadoreño, dentro y fuera de nuestras fronteras, todavía resuenan en nuestros corazones. Es la confirmación de que, cuando unimos fuerzas, cuando creemos hasta el final, lo impensable se vuelve posible, hasta lo inmerecido en lo deportivo y administrativo. Algunos escépticos hablan de un verdadero milagro, pero hace unas horas el nombre de El Salvador estuvo en los bombos de las mejores doce selecciones de la región.



Esta clasificación no es solo un logro deportivo; es un gol a la anomia, una patada a la desesperanza. En un país que ha luchado tanto, que ha enfrentado desafíos enormes, el fútbol, la Selecta, se convierte en un símbolo poderoso de lo que somos capaces de lograr. Nos recuerda que la persistencia, el trabajo en equipo y la fe inquebrantable son ingredientes vitales no solo en la cancha, sino en la construcción de una nación. Ver a nuestros jugadores de azul y blanco competir al más alto nivel, defendiendo la camiseta con alma y vida, es un espejo de la resiliencia que caracteriza a nuestro pueblo y que nos debe llenar de esperanza, una vez más.

La euforia de la victoria es dulce, pero esta columna es también un llamado a la reflexión sobre el apoyo incondicional. ¿Qué significa realmente apoyar a la Selecta? No es solo celebrar en los triunfos; es estar en las derrotas, en las rachas difíciles, en la reconstrucción, en este proceso que se encuentra el fútbol salvadoreño, con una intervención de la FIFA. Es comprender que el camino al éxito rara vez es lineal y que la paciencia es tan vital como el aliento en el estadio.



La afición salvadoreña es única, apasionada, ruidosa, en muchas ocasiones irreverente y esa energía es el jugador número doce, es increíble y hasta inaudito que selecciones de afuera no quieren venir a jugar al Cuscatlán, hay temor a ese apoyo incondicional, pero algunos sectores en nuestro país no creen en nuestra selecta. Sin embargo, en ocasiones, esa misma pasión puede volverse impaciente, olvidando el proceso y exigiendo resultados inmediatos, ahora es una obligación llegar al mundial, otros dirán esta fase es nuestro verdadero mundial contra Guatemala, Surinam, y Panamá.

Ahora, con la fase final de las eliminatorias por delante, el verdadero reto comienza. Los partidos serán más duros, los rivales más experimentados, la presión más intensa, los partidos de fogueo y recursos de otras selecciones podrán ser mejores para otros combinados, pero es precisamente en este escenario donde nuestro apoyo incondicional debe brillar con más fuerza que nunca. Es el momento de ser el viento que empuja sus velas, el grito que les da fuerza cuando las piernas flaquean. No solo en los partidos clave, sino en cada convocatoria, en cada entrenamiento, en cada pequeño avance. Se trata de esperanza contra esperanza. Como salvadoreños debemos creer y confiar, apoyar con todas nuestras fuerzas.

La Selecta nos ha dado una lección invaluable de esperanza. Nos ha demostrado que la camiseta azul y blanco puede ser un estandarte de unidad, un antídoto contra las divisiones que a veces nos aquejan como sociedad. El apoyo de los equipos de la primera división al facilitar a los jugadores, el rol de la FESFUT de cambiar al cuerpo técnico anterior, el apoyo de la prensa deportiva mayoritariamente, el presidente ad honorem del INDES se debe de destacar y agradecer está metido con todo en apoyo y en creer en la selección. Ahora nos toca a nosotros, la afición, ser el apoyo constante, la fe inquebrantable, no silbidos, no abucheos, una conducta ejemplar y responsable. Porque el camino a la Copa del Mundo no es solo de los once que saltan a la cancha, sino de los millones que creemos en ellos.

Sigamos soñando, sigamos apoyando, y que estos meses antes de ese 24 de septiembre 2025 que el gorgorito indique el inicio del primer partido frente a Guatemala apoyemos en todo tiempo el proceso. Que la Selecta nos inspire a creer en nuestra propia capacidad de alcanzar grandes metas, dentro y fuera de la cancha. Son momentos de unidad y de concetrarnos en el objetivo de llegar a la fase final de la Copa del mundo 2026.

*Por Ricardo Sosa, Doctor y máster en Criminología

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