Trabajar y recibir una remuneración es un derecho sagrado constitucional que todos los ciudadanos tenemos. Quien trabaja de manera honrada tiene derecho a recibir un salario o una remuneración. En el plano ideal todo trabajador debe tener firmado un contrato para desempeñar sus labores y ser protegido por el Estado y su tejido legal.

Ser “futbolista profesional” es un trabajo que conlleva un servicio y una remuneración. El futbolista juega representando a un equipo y por ello recibe un salario establecido en un contrato que es avalado en un marco jurídico que pasa por la Federación de Fútbol y que de ninguna manera está fuera del estamento y control jurídico nacional.

El futbolista se prepara de la mejor forma (entrena a conciencia) y adopta un estilo de vida adecuado para mantener su desempeño como profesional (mantiene en buen estado su organismo y su salud mental). En su labor el futbolista persigue objetivos y busca rendir de tal manera que genera espectáculo y buenas sensaciones a quienes observan su desempeño (aficionados).

La labor del futbolista es jugar de la mejor manera en la posición que el director técnico considere, para ello debe estar listo y preparado a conciencia. En su desempeño el futbolista y su equipo deben procurar obtener una victoria frente al equipo rival, pero en la lógica del juego el resultado puede ser perder, empatar o ganar.

En El Salvador alrededor de 250 hombres se desempeñan como futbolistas profesionales en los 12 equipos de la primera división. Todos han firmado contrato y cada uno por un salario mensual que varía de acuerdo a su trayectoria y al equipo en el que trabajan. Al no haber tope salarial ni salario mínimo para los futbolistas, cada jugador es libre de negociar su salario.

Un futbolista de un equipo de oriente me mostró su contrato anual, donde se estipula que su salario mensual es de $1,000, sin derecho a aguinaldo o bono intermedio. A este muchacho no le han pagado desde hace un mes y medio, bajo la excusa que no hay suficientes fondos en las arcas del equipo. Algunos de sus compañeros ganan menos que él y otros ganan más.

En su contrato, ni en ninguno de los tres que leí, de diferentes equipos, está estipulado que la directiva puede dejar de pagar, reducir un porcentaje o poner a medio sueldo a los jugadores, dependiendo de los resultados. Ganar, perder o empatar es parte de su trabajo y por perder y empatar nadie puede ser sancionado trastocándole su salario mensual.

Una directiva puede perfectamente despedir, mediante un debido proceso, a jugadores que no demuestran capacidad o violan lo estipulado en un contrato.  Hay futbolistas que se emborrachan, que consumen drogas, que trasnochan, que sin justificación no asisten a sus entrenos, que simulan lesiones, que pierden su estado físico, que irresponsablemente juegan en equipos de barriada o cantonales, que a propósito no rinden o cometen errores descarados, que con su conducta cotidiana dañan la imagen del equipo y que son expertos en intrigas. Pues a ellos se les debe seguir expedientes disciplinarios en busca de rescindir sus contratos.

Esta semana, el presidente del Club Deportivo Fuerte San Francisco, Paul Guzmán, señaló que tras la derrota de su equipo ante el C. D. Cacahuatique, ha decido dejar de pagar a sus jugadores hasta que ganen. Al equipo de Morazán le faltan ocho juegos para terminar  este torneo regular y existe la posibilidad que en ninguno obtengan victoria, es decir ¿no les volverán a pagar?

Guzmán culpa directamente a los jugadores por los malos resultados, al asegurar que algunos de ellos trasnochan en las redes sociales y no dan lo mejor de sí en cada juego. Según él, su equipo cuenta con futbolistas que por nombre son superiores a los de otros clubes que están en mejores posiciones. Guzmán sostiene que el futbol salvadoreño no mejora por la forma en que están “redactados los contratos” y es de la idea que jugador que no rinda se le pague y que se vaya (despida) del equipo sin recibir indemnización.

En lo personal creo que una de las causales por las que el futbol salvadoreño no mejora es por la mentalidad de muchos de sus dirigentes incapaces de entender que es un proceso futbolístico y que actúan con insensatez, culpando por los fracasos a sus futbolistas, que en efecto son culpables por la falta de formación en todo sentido.

Se da el lujo, el señor Guzmán, de decir que el dinero para pagar lo tienen, pero que los jugadores no se merecen el pago a tiempo por no ganar sus partidos. La Federación de Fútbol, pero sobretodo el Ministerio de Trabajo y Previsión Social debe intervenir cuanto antes y obligar a la directiva del Fuerte San Francisco a cancelar los salarios y de una vez verificar si pagan renta y cotizan en el ISSS y las AFP por sus trabajadores (futbolistas, cuerpo técnico y administrativos).

El Ministerio de Trabajo debe aprovechar la coyuntura y verificar el cumplimiento de los contratos en los doce equipos de la Primera División, para evitar los atrasos salariales y las descaradas injusticias como la anunciada por el señor Guzmán, a quien nadie obligó a ser directivo, pero tiene la obligación de cumplir con honor el cargo que desempeña al igual que sus otros compañeros directivos.

Escuché decir a algunos periodistas deportivos que es un caso menor porque al final los directivos siempre pagaran para poder inscribir a sus equipos en el próximo campeonato, incluso periodistas de la zona oriental que elogian la medida del señor Guzmán, sabiendo que al finalizar un campeonato los equipos pagan una nimiedad a los futbolistas para finiquitar sus contratos.

Yo siempre he insistido que doce equipos en la primera división son demasiados, basta con diez, aunque idealmente ocho serían suficientes, para que el campeonato tenga mejor competencia, que las aficiones tengan más identidad y presencien mejores espectáculos, que los futbolistas tengan mejor nivel, que los patrocinios generen mejores ingresos y que los directivos tengan más conciencia y no jueguen con los salarios de sus empleados.

Trabajar es un derecho al igual que recibir un salario justo el cual debe estar acordado en un contrato que solo puede ser roto con base a los estipulado en el mismo contrato. Perder, empatar o ganar es parte del juego en el futbol, no de un contrato que cualquiera puede cambiar de manera caprichosa.

*Jaime Ulises Marinero es periodista