La semana pasada, el Banco Central de Reserva (BCR) presentó los resultados del censo realizado durante el presente año. Los datos poblacionales revelan que la población total en nuestro país asciende a 6 millones de personas. Esta cifra indica que El Salvador se encuentra en una transición demográfica significativa, caracterizada por una disminución de la población joven y un aumento en la población adulta y adulta mayor. El crecimiento poblacional registrado en los últimos 17 años (2007-2024) es del 5.3%, el más bajo en los últimos 94 años. Durante este período, hemos crecido a un ritmo de 0.3% por año, lo que contrasta con el crecimiento del 4% anual observado en la década de 1960, evidenciando un estancamiento en el crecimiento de la población salvadoreña en el siglo XXI.



Es notable que el 56% de la población reside en cuatro departamentos: San Salvador, La Libertad, Santa Ana y San Miguel, lo que refleja una transición demográfica del área rural hacia el área urbana. La sociedad salvadoreña está abandonando progresivamente el campo y trasladándose a las ciudades a un ritmo acelerado, generando necesidades en áreas urbanas que no están preparadas para absorber esta afluencia desproporcionada de población. El caos insalubre que se vive en el área metropolitana de San Salvador, con su angustiante tráfico, es solo un indicio del ambiente caótico y desgastador que se experimenta.

Otro dato relevante del censo nacional de 2024 es la cantidad de personas con 65 años o más, que asciende a 630,788 (57.1% mujeres y 42.9% hombres). Este número plantea importantes implicaciones para el sistema nacional de salud. Uno de los principales retos es lograr una cobertura adecuada de servicios médicos especializados para satisfacer las necesidades específicas de esta población.



La disponibilidad de recursos humanos, especialmente médicos, es crucial para cualquier sistema de salud. Sin un número adecuado de profesionales médicos para atender a la población, resulta muy difícil proporcionar servicios que satisfagan sus necesidades médicas. Esto representa un desafío considerable para el país, ya que debe adaptar su sistema de salud a las necesidades reales de las personas mayores, tal como lo establece el Informe Mundial sobre Envejecimiento y Salud de 2015. La geriatría es una especialidad médica que se ocupa de la salud desde los ámbitos preventivos hasta los problemas relacionados con la enfermedad de las personas mayores, en especial con aquellas situaciones que van a impactar en la funcionalidad. Por lo anterior, poseen habilidades necesarias para diagnosticar, manejar y tratar condiciones prevalentes en un segmento física y/o mentalmente frágil de la población.

Actualmente, El Salvador cuenta con solo 12 médicos especialistas en geriatría para atender a más de 600 mil adultos mayores, lo que implica que cada geriatra tiene una carga potencial de 52,565 pacientes. Se estima que los adultos mayores con dependencia leve o moderada requieren aproximadamente 2.5 consultas anuales, mientras que aquellos con dependencia severa necesitan al menos 4 consultas al año. Aunque no hay información disponible sobre los diferentes grados de dependencia entre los adultos mayores salvadoreños, al considerar solo las necesidades de los dependientes leves a moderados, se calcula que la demanda anual total sería de aproximadamente 1,576,970 horas de atención médica; esto se traduce en una necesidad mensual de alrededor de 131,414 horas.

Para satisfacer esta demanda, El Salvador necesitaría al menos 746 geriatras, lo que significa que actualmente se requiere un número 62 veces mayor al disponible. La transición demográfica que enfrenta el país exige al Ministerio de Salud (MINSAL) implementar estrategias serias y sostenibles para aumentar la cantidad de médicos especialistas en geriatría a corto y mediano plazo. Esperemos que sus lideres amplíen los espacios de discusión, diseño y planificación de alternativas de intervenciones efectivas, pragmáticas y relevantes ante la realidad de nuestro país.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que la totalidad de los profesionales de la salud reciban formación en geriatría y gerontología a modo de satisfacer las necesidades de salud del mayor número de personas mayores, sin embargo, se ha hecho un particular llamado a formar una masa crítica de geriatras en los distintos países. La pregunta fundamental que el Ministerio de Salud (MINSAL) y la sociedad salvadoreña deben abordar es: ¿cuáles son las diferentes opciones que el país tiene para formar una masa crítica de geriatras de manera adecuada?