El proyecto MAGA ("Make America Great Again") de Donald Trump provocará una reconfiguración significativa en las políticas económicas globales, cuyo impacto se extiende a países como El Salvador. Con su enfoque proteccionista, Trump busca revitalizar la economía estadounidense, reducir la dependencia de productos extranjeros y reforzar la seguridad nacional, lo que podría alterar drásticamente las dinámicas comerciales internacionales. En este contexto, El Salvador se enfrenta a un panorama económico incierto, donde el retorno al proteccionismo podría tener consecuencias directas en su crecimiento y competitividad.
Hace más de 30 años, en tiempos de los gobiernos de Ronald Reagan y George H. W. Bush, Estados Unidos promovió en países como El Salvador un cambio radical en el modelo económico. El país dejó atrás el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (MISI), que se basaba en políticas proteccionistas que favorecían el desarrollo de industrias locales. En su lugar, adoptó un enfoque neoliberal con la esperanza de que la apertura al comercio internacional, el fomento de exportaciones agropecuarias e industriales, y la reducción de barreras comerciales impulsaran el crecimiento económico y la creación de empleo. Sin embargo, los resultados han sido limitados: el crecimiento promedio de la economía salvadoreña no ha superado el 3 % anual y los sectores clave como el agropecuario e industrial han perdido participación en el Producto Interno Bruto (PIB).
La dependencia de El Salvador de las remesas y su limitada diversificación productiva han hecho que el país sea vulnerable a los cambios globales. Las importaciones han superado el ritmo de crecimiento de las exportaciones, y la tasa de subutilización laboral, que incluye el desempleo y subempleo, sigue por encima del 60 % de la población económicamente activa. Este panorama ha hecho que El Salvador se encuentre en una situación económica delicada, donde las políticas proteccionistas de Estados Unidos pueden tener un efecto negativo en las exportaciones del país.
El presidente Trump ha planteado su disposición a aumentar los aranceles a productos extranjeros, lo que afectaría de manera particular a las naciones que destinan la mayor parte de sus exportaciones a Estados Unidos, como El Salvador. Los aranceles elevados sobre los productos salvadoreños reducirían su competitividad en el mercado estadounidense, lo que podría generar una disminución en las ventas, en los ingresos y, en consecuencia, en los empleos relacionados con estas actividades. Ante esta situación, El Salvador se enfrenta a la disyuntiva de cómo adaptarse a un entorno económico global que se prevé será cada vez más proteccionista. No tomar acciones significaría una mayor vulnerabilidad en su economía, pero buscar alternativas requiere de una estrategia bien definida que permita al país mantener acceso a mercados clave mientras trabaja en un modelo de desarrollo más sostenible y menos dependiente de factores externos.
Una opción para El Salvador sería aprovechar el bajo peso que tienen las exportaciones salvadoreñas en el mercado de los Estados Unidos como argumento para que las medidas proteccionistas no se apliquen a los productos salvadoreños. Esto permitiría a las empresas exportadoras localizadas en el país mantener su competitividad mientras se exploran nuevas rutas para mejorar la productividad interna. A largo plazo, el país podría beneficiarse de un enfoque más equilibrado que combine la promoción de exportaciones con la sustitución de importaciones, fortaleciendo sectores estratégicos como la agricultura y la manufactura.
Es vital también que El Salvador aproveche el contexto regional, buscando alianzas con otros países centroamericanos para impulsar la integración económica y fortalecer las cadenas de valor. La competencia global será más feroz, por lo que la clave del éxito estará en mejorar la productividad, incentivar la innovación y contar con políticas que fomenten la diversificación productiva. El país también debe fortalecer sus políticas sectoriales, especialmente las agrícolas e industriales, para mejorar su competitividad en el largo plazo. Esto requiere inversiones en infraestructura, capacitación laboral y la implementación de nuevas tecnologías.
El regreso al proteccionismo global implica que El Salvador debe ser proactivo en la revisión de sus políticas económicas, con el objetivo de adaptarse a un entorno internacional que cada vez favorece menos la libre circulación de productos. Aunque el reto es grande, esta es una oportunidad para replantear el modelo económico del país y construir una economía más robusta, menos dependiente de factores externos y con mayor capacidad para competir en mercados globales.
En resumen, el impacto del proteccionismo promovido por el proyecto MAGA de Donald Trump podría ser significativo para El Salvador. El país necesitará adaptarse rápidamente a los cambios en las políticas comerciales globales para evitar mayores dificultades económicas. La clave estará en la capacidad de El Salvador para diversificar su economía, fortalecer su base productiva y encontrar nuevas oportunidades comerciales en un mundo cada vez más cerrado a los productos extranjeros
William Pleites es director del Programa FLACSO El Salvador