Si una persona gana mil dólares mensuales por ningún motivo debería gastar más de esa cantidad al mes. Inclusive, debe ahorrar aunque sea una mínima cantidad, a efecto de poder subsanar alguna emergencia o eventualidad. Mi padre siempre nos aconsejaba en el sentido de no gastar más de nuestros ingresos y de tener el hábito del ahorro sin caer en la austeridad o avaricia.

Sin embargo, en el sistema educativo nunca nos enseñaron, ni se enseña, lo básico de la economía doméstica, por eso muchos, alguna vez, hemos caído en deudas y en ocasiones hemos tenido que pagar mucho más de lo que hemos gastado porque hemos caído en préstamos, en deudas y en el pago de intereses sobre mora.

Sobre la marcha de la vida hemos aprendido, algunos tras amargas experiencias, a manejar tarjetas de crédito. En mi caso personal viví una experiencia que me hizo pagar miles de dólares que nunca gasté. Resulta que hace unos 15 años de un banco me llamaron para decirme que por mi buena trayectoria crediticia tenía derecho a solicitar una tarjeta de crédito ejecutiva con la cual podía hacer retiros o pagos de compra por hasta 1,000 dólares semanales.

Durante tres años hice uso de ella casi de manera indiscriminado. Cada fin de mes depositaba el monto de lo que había gastado o retirado más otra cantidad extra. A los tres años comenzaron a acosarme los despachos de cobranzas porque supuestamente no había realizado algunos pagos. Con "voucher" fui al banco para demostrarles que no debía nada, pero según ellos yo había comprado un traje en un prestigioso almacén y había pagado con la tarjeta de crédito un boleto de ida y vuelta para Panamá, lo cual nunca ocurrió. Fui al almacén y a la agencia de viajes donde me dijeron que esas compras no estaban registradas a mi nombre.



Puse la denuncia en la Defensoría del Consumidor y casi doce años después nunca me dieron solución. El asunto es que les pague todo al banco y les solicité anular la tarjeta, pero me pidieron esperar unos meses más hasta que la tarjeta se venciera. Ya no la volví a usar y el día que se vencía me presenté a una agencia para que la anularán. Mi sorpresa era que ya me tenían una tarjeta renovada y que les debía cerca de 75 dólares por manejo de la misma en los últimos cuatro meses. Obviamente pagué, no acepté la nueva tarjeta y con una tijera que le presté al mismo empleado rompí la tarjeta. Jamás he vuelto a manejar tarjetas de crédito y prefiero manejar efectivo.

Manejas tarjetas de crédito requiere mucha responsabilidad y por supuesto saber usarlas. Los usuarios deben llevar un control de su uso y no exceder los ingresos personales para pagar en las fechas establecidas, porque de lo contrario se cae en mora y el sistema financiero abusa de los intereses sobre la mora.

Según el Observatorio de Tarjetas de Crédito (OTC) de la Defensoría del Consumidor en El Salvador en promedio uno de cada siete salvadoreños es deudor de tarjeta de crédito, pues hay 937,312 personas que poseen tarjeta. Las cifras señalan que desde enero de 2024 hasta el 30 de junio pasado hubo un incremento de más de 170 mil deudores. Es decir que a diario alrededor de 353 salvadoreños se suman al uso y manejo de tarjetas de crédito, por tanto son deudores que pagan intereses y algunos caen en mora.

Los datos de la OTC señalan que hasta junio pasado en el país circulaban 1,511,202 tarjetas de crédito o unidades de dinero plástico. Muchas personas se entusiasman con su uso y lo hacen sin criterios de economía doméstica y consumen ese dinero autorizado sin medir consecuencias. Al final del mes deben pagar lo consumido y sus ingresos son insuficientes, cayendo en una mora que se vuelve perdurable y angustiante, la cual es agravada por el acoso de las oficinas de cobro.

No nos educaron sobre economía doméstica, pero nos formaron para vivir en una sociedad en extremo consumista, donde adquirimos productos y objetos que no necesitamos, pero que solemos pagar con tarjetas de crédito, porque de esa manera percibimos que el gasto es más bonancible. "Usar tarjetas para pagar todo es una forma de aliviar mentalmente el gasto y de creer que aunque innecesario el producto, al menos no se pagó en efectivo", dice m amigo psicólogo Orlando Zavaleta.

El psicólogo afirma que muchas personas creen que poseer y usar tarjetas de crédito les de reconocimiento social y les eleva el ego, sin darse cuenta del peligro de endeudamiento que corren, si usan con desorden y sin criterio financiero el dinero plástico.

"Ser tarjetahabiente conlleva responsabilidad y por más inteligente que se maneje una tarjeta siempre genera algún interés beneficioso para la entidad financiera, pues de otra forma no se extendieran", dice el economista y docente universitario Jaime Mauricio Meléndez.

Personalmente pienso que las tarjetas de crédito generan la falsa sensación de estabilidad económica, pues muchos tarjetahabientes gastan más de sus ingresos y repentinamente caen en moras que se transforman en espirales de las que difícilmente se sale sin daños personales y muchas veces daños familiares.

Mi consejo es que si nos ofrecen una tarjeta que no hemos solicitado, no la aceptemos. Nadie nos puede obligar a hacerlo. La falsa sensación de estabilidad económica es un espejismo que nos lleva al consumismo y el endeudamiento no deseado. Las tarjetas de crédito son parte de la cotidianidad, pero hay que saber manejarlas, de lo contrario lo mejor es no poseerlas.

• Jaime Ulises Marinero es periodista