Tal como se desarrollan y presenciamos los acontecimientos mundiales, en particular en nuestro continente, debemos concluir que a lo menos en lo que denominamos Hispanoamérica, ha comenzado un proceso de sensatez antropológica tan puntual y coyuntural como lo fueron los procesos independentistas del siglo XIX.
Me refiero no solo a la ruptura con el colonialismo imperial español, propio de un momento de la evolución de la civilización; por lo que no debemos juzgarlo a la luz de nuestro entendimiento del siglo XXI ya tocando los alcances de la Inteligencia Artificial, que conlleva la aceleración de esa evolución para alcanzar modos de vida, que a la humanidad le ha llevado más de tres mil años.
El Socialismo del Siglo XXI por supuesto no fue socialismo y mucho menos del siglo XXI. Fue una artimaña de mercadeo político que resultó muy exitosa en los inicios de este siglo, pero que se fue desmoronando a medida que se fue desmoronando el capital que sostenía el producto comercial intangible.
El Salvador no solo fue testigo de ello, sino beneficiario y cómplice de esa ficción a través de AlbaPetróleo y otras sociedades anónimas que rindieron muy buen crédito, a sus administradores. Fue una ebriedad dolarizada que atravesó el continente, incluyendo al mismísimo imperio estadounidense.
Pero fue en la América hispana donde más se hizo sentir el devastador efecto de esa ficción paradisíaca de bienestar y equilibrio social, que hundió sus raíces en el extinto marxismo tropicalizado en la Habana, desde Venezuela hasta Argentina. Bolivia sufre aún los estertores de esa epidemia del chavismo-madurismo, al igual que Honduras, Colombia, Ecuador, Perú y algunos otros estados del Caribe anglosajón.
Solo dos países de nuestro región rompieron definitivamente con ese pasado amoral, destructivo y pandillero: El Salvador y Argentina.
En Argentina, la dinastía Kirchner (Néstor, Cristina, Alberto Fernández) que ejerció el poder desde el 2003 hasta el 2023, dejó una país prácticamente arruinado, desmoralizado e inviable. Sustituyeron la estructura jurídica y la tradición por el populismo, la militancia y la corrupción pública, comparable solo con el saqueo realizado en Venezuela por el chavismo-madurismo.
En El Salvador se fracturó, extinguió una estructura política económica insostenible en el tiempo, con el ascenso a la Primera Magistratura del actual presidente Nayib Bukele. En Argentina, con el ascenso al poder público del economista Javier Gerardo Milei el 23 de diciembre de 2023, se rompe definitivamente con un modelo político iniciado por Juan Domingo Perón en 1946, quizás necesario en su momento; pero que se degradó con el kirchnerismo, y extinguió definitivamente en diciembre de 2023, cuando se inició en Hispanoamérica, un proceso político-económico que va más allá de la democracia meramente representativa.
No podemos prever dónde nos llevará este proceso político-jurídico-económico iniciado en ambos países, pero ciertamente parten de un proceso que deja en el pasado fórmulas de convivencia societaria superadas por la realidad antropológica actual y los acelerados adelantos científicos, económicos y comunicacionales, jamás previstos por el hombre. Vale la pena romper con el pasado, si ello conlleva una nueva convivencia humana con mayor dignidad existencial.