El Papa León XIV nos sorprende con su primera Exhortación Apostólica cuyo tema se veía venir, después del pontificado del Papa Francisco, y de la elección del nombre “León XIV” en continuidad con “León XIII”: el amor a los pobres.
En un documento que reboza entusiasmo, León XIV retoma, incluso materialmente, el mensaje enfático y claro, de Francisco. Según nos cuenta el mismo Papa al inicio, la Exhortación ya estaba en el tintero cuando murió Francisco. Aunque el Papa León diga que sólo añadió algunas partes de su puño y letra, el estilo positivo y práctico en que está redactado el documento, deja entrever un autor con formación intelectual estadounidense.
La estructura del documento es sumamente clara, y no sólo aborda el tema del amor a los pobres en cuanto tal, sino que, además, quiere transmitir al lector la emoción que han experimentado quienes han puesto en práctica ese amor a lo largo de la historia del cristianismo.
El Papa León XIV toma de la mano al lector para juntos recorrer desde la vida misma de Jesucristo hasta nuestros días, la historia de una Iglesia que siempre se ha distinguido por estar volcada hacia los pobres. No se trata de teorías, sino de uno y otro testimonio vivo, con su respectivo aparato crítico (propio de un académico), de cómo los pobres han sido siempre los predilectos y el tesoro de la Iglesia. En esta línea, es encantadora la escena protagonizada por el Diácono San Lorenzo, cuando las autoridades civiles de la época le piden que se presente con los tesoros de la Iglesia. San Lorenzo se presenta acompañado de una multitud de pobres, y cuando le preguntan por los tesoros, responde “Estos son los tesoros de la Iglesia”.
El documento papal no es un reproche, ni mucho menos un “sermón”, en el sentido despectivo de la palabra, sino propiamente una exhortación. Quién no se emociona leyendo la historia de los mercedarios que daban su propia vida como pago del rescate de los prisioneros de las guerras de finales del siglo XII y comienzos del XIII; la historia de san José de Calasanz, quien en el siglo XVI, crea las primeras escuelas públicas de la historia en su deseo de dar educación a los pobres Roma; y así, una sucesión de nombres de santos que en su afán de salir al encuentro de los más necesitados, revolucionaron la historia fundando instituciones que hoy forman parte esencial de la vida del mundo moderno: hospitales, asilos, orfanatos, etc.
La última parte de la exhortación Dilexit Te, consiste en mostrar el inmenso panorama que el mundo actual nos propone para salir al encuentro de los más necesitados en las distintas “periferias”, como les llamaba Francisco. Las palabras del Papa León parecen apuntar a que surjan los nuevos santos que, en una sociedad “pasada de rosca”, fundarán esos manantiales donde irán a beber los necesitados de hoy día.
*El padre Hugo Anibal Dávila es sacerdote católica, doctor en Teología de la Historia