El pasado 12 de septiembre 2024, jóvenes estudiantes del Instituto Nacional General Francisco Menéndez (INFRAMEN) y el Instituto Nacional Técnico Industrial (INTI) protagonizaron una pelea en los alrededores del redondel Don Rúa, en las proximidades de la Escuela de personas no videntes, en la ciudad capital, en la cual resultaron lesionados varios de ellos.



El 27 de septiembre la Fiscalía General de la República (FGR) presentó ante el Tribunal, cuarto contra el Crimen Organizado, una solicitud de imposición de medidas en contra de 20 estudiantes de dos institutos que se vieron involucrados en los desórdenes públicos. De acuerdo con la FGR, las evidencias recolectadas demostraron que todos pertenecen a una nueva estructura delincuencial autodenominada «La Raza» y que tiene su propia jerga pandilleril, señales con las manos, grafitis y jerarquías de mando, por lo que para los mayores de edad se decretó instrucción formal con detención provisional, por los delitos de agrupaciones ilícitas. A catorce de ellos también se les acusa por desórdenes públicos y a siete se les suma el delito de lesiones y lesiones graves.

Cuando se pensaba que todo había finalizado con ese caso, la semana pasada el ministro de justicia y seguridad pública Gustavo Villatoro informaba al país que jóvenes de un Instituto Técnico pretendían reagruparse como pandilla estudiantil bajo el nombre de “La Raza” para crear disturbios con otras instituciones. El trabajo efectivo y eficiente de la Policía Nacional Civil (PNC) mediante información recibida a través de una denuncia lograron la captura de dos estudiantes vinculados a dicha estructura a quienes se les encontraron audios enviando indicaciones a otros miembros y un cuaderno con símbolos alusivos a la pandilla.



Estimados padres de familia, abuelos, tíos, cuidadores, vecinos son señales de alerta y advertencia que debemos atender como sociedad ya que los pandilleros que aún se encuentran en libertad, remanentes, hijos de pandilleros y hasta oportunistas continuarán el intento de seducir, atraer, engañar, entusiasmar, involucrar o incluso mediante amenazas reclutar jóvenes y señoritas para que se integren a esta posible estructura delictiva u otras que puedan organizar con propósitos delictivos, criminales y de generar no solo daños sino de llevar ingresos a un grupo de cabecillas y aprovechados, que responderán a otra jerarquía ya de índole criminal.

Lo que estoy exponiendo como mínimo pertenece al delito de agrupaciones ilícitas que se sanciona de acuerdo con las últimas reformas con 20 años de prisión como mínimo para miembros. Como sociedad no podemos permitir que una nueva generación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes se pierdan por ingresar a una estructura de pandilla, criminal o similar, no importa el nombre o los objetivos que serán siempre ilícitos y contra las leyes.

Estas posibles y reales amenazas requieren de adultos padres de familia y cuidadores comprometidos con sus niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Se requiere no solo un rol de padre, sino brindar una milla de más por amor a sus hijas e hijos, así como nietos y sobrinos. En una relación donde los adultos sean significativos y demuestren amor, cuidado, respeto, protección, apoyo y una excelente comunicación no hay pandilla, ni estructura delictiva que sea capaz de arrebatarlos del camino del bien y del seno de la familia. Por ello tengo varios años en esta columna de exponer sobre los controles sociales informales entre ellos la familia y la escuela como esos pilares de la prevención para el cuidado de la familia salvadoreña.

Hago un atento y respetuoso llamado a nuestra sociedad a no equivocarnos nuevamente y salvar a nuestras familias, para restaurar nuestra Nación. 


*Por Ricardo Sosa. Doctor y máster en Criminología
@jricardososa