Con flores en la mano y memorias en el corazón, decenas de salvadoreños acudieron este Día del Padre al Parque Memorial La Bermeja en San Salvador para conmemorar la vida de quienes ya no están físicamente, pero siguen presentes en enseñanzas, anécdotas y afecto.



Las lápidas se llenaron de ofrendas sencillas: desde un ramo de margaritas hasta la canción favorita que aún suena desde un celular colocado sobre la tumba.





En este cementerio popular, el recuerdo de papá también se honra en silencio, entre susurros y oraciones. Algunas familias llegan completas, otras en solitario, pero todas con una misma intención: decir "gracias" una vez más.

Para muchos, este ritual no es de tristeza, sino de gratitud por el tiempo compartido, por las palabras que aún resuenan, por el ejemplo que se hereda sin fecha de caducidad.



Unos vienen por primera vez, luego de años, pues hasta hoy se sintieron preparados para poder presentarse a la lápida del ser amado que alguna vez llenó su hogar de amor, afecto y lecciones de vida, que hasta hoy siguen presentes.

Tal es el caso del joven Alexander Valladares: Hoy por fin me sentí en paz para venir a verlo... él me enseñó a no rendirme, incluso cuando todo parecía perdido.” Y añadió: “Lo que siempre recuerdo de él es cuando, de niño, los domingos me llevaba de paseo y me compraba mi comida favorita.”

La visita no solo es un acto de recuerdo, sino también de reconciliación con el duelo. Cada flor colocada en La Bermeja habla del vínculo que perdura, incluso desde el silencio.