Hace 15 años, el asesinato de 16 personas causó estupor, terror e indignación entre los salvadoreños, luego que un grupo de pandilleros del barrio 18 atacaran dos microbuses en Mejicanos, uno de la ruta 32 y otro de la ruta 47, éste último fue quemado con 11 personas al interior.



Según un informe de la Policía Nacional Civil de la época, el primer hecho ocurrió a las 7:20 de la noche, cuando un microbús de la ruta 32 fue ametrallado por cuatro hombres, que abordaron la unidad. Ahí murió el cobrador Carlos Álvarez de 33 años y la niña Marlene Urbina de 11 años, quien fue alcanzada por las balas.

Diez minutos después, a las 7:30 de la noche, el microbús de la ruta 47 fue desviado de su ruta por otros sujetos de la avenida Castro Morán hacia la calle Roma, acribillaron al conductor, rociaron gasolina al interior y prendieron fuego a la unidad, sin permitir que las personas bajaran. Según las investigaciones policiales, el primer hecho habría sido para distraer del segundo.



Uno de los sobrevivientes relató a Diario El Mundo que cuando se subieron los hombres, que "con solo verlos eran mareros", se negaron a pagar el pasaje al conductor. Otros hombres se quedaron afuera de la unidad de transporte. Entonces, uno de los pandilleros sacó una pistola y lo amenazó con ella.

"El motorista para no quedarse intimidado le decía: matame pues hijue...eso encandiló más rápido a los hombres y mató al motorista. Luego comenzaron a dispararle a los pasajeros", dice el relato de la víctima que fue consignada en la edición impresa del 23 de junio de 2010.

"Recuerdo que el asesino le daba órdenes a otro hombre: '¡Dale fuego, dale fuego a esta mierd...!', le decía. Fue entonces cuando otro de los pandilleros comenzó a disparar. Los gritos de la gente, de los niños con miedo eran terribles. Escuché los gritos de la muerte cerca...Todos queríamos salir, pero nos empujaban más para adentro. Todos estábamos apuñados, pensé que ahí me iba a morir".

Sobreviviente de la masacre.



El hombre dio su testimonio desde una cama del hospital Zacamil, donde fue atendido porque el 40 % de su cuerpo tenía quemaduras de segundo y tercer grado.

La víctima sobrevivió porque se bajó arrastrándose, sin ser visto por los pandilleros, puesto que a todo el que intentaba bajarse le disparaban en los pies. A metros del lugar, un motorista lo ayudó y lo llevó al hospital.

Otra mujer que logró salir de las llamas de aquel microbús relató a sus familiares que se salvó porque su esposo la lanzó por las ventanas, luego que él había recibido disparos de los pandilleros. Él, solo identificado como Francisco no sobrevivió. Ambos eran vendedores informales del Centro de San Salvador y se dedicaban a vender papel higiénico, su rutina era regresar a esas horas de la noche a su hogar, recién formado, en Mejicanos.

Esta mujer identificada como María recuerda que cuando los hombres empezaron a disparar al interior del microbús, cerraron las puertas para que nadie pudiera bajar, y luego les rociaron gasolina.

Las 11 víctimas que murieron calcinadas al interior de la ruta 47 fueron identificadas cuatro días después por el Instituto de Medicina Legal (IML) a través de pruebas de ADN, como María de la Paz Hernández viuda de Santos, Roxana Guadalupe Ramos Ruano quien era la madre de una bebé de 18 meses que también murió, y que fue identificada como Hazel Melany Ruano; Mirna Patricia Pérez, Noemí Elizabeth Cruz de Melgar, Luis Enrique Bernal, Ernesto Francisco Chávez Rolin, Luis Arturo López Monterrosa, Juan Alberto Erazo, Natalia Vásquez Pérez, Juan Mercedes Martínez, Martha Luz Crespín y Marta Lilian Ramírez de Benavidez, de 37 años.



Los autores de la masacre

Por esta matanza las autoridades condenaron en 2013, a 66 años de prisión, a Gustavo Ernesto López Huezo, alias “Tavo” o “Fox”, a quien encontraron culpable de haber ordenado incendiar el microbús como represalia por la muerte de otro pandillero en una zona controlada por la Mara Salvatrucha.

Según las investigaciones que ligaron a López Huezo, el ahora condenado ordenó al motorista del microbús a desviarse de la ruta y después lo habría asesinado con un revólver calibre 38, también las autoridades los hicieron responsable de haber transportado la gasolina que se usó para la quema del microbús.

Según el fiscal que llevó la investigación, López Huezo ordenó incinerar el microbús con sus ocupantes en represalia a que el 19 de junio, un día antes, miembros de la Mara Salvatrucha habían asesinado a su cuñado quien también era integrante de la pandilla 18 y era conocido como “Crayola”.



En marzo de 2016, también Carlos Oswaldo Ángel Alvarado, de 31 años, fue condenado a 410 años de prisión. El juzgado lo condenó a 20 años de cárcel por cada uno de los fallecidos y 10 años por las lesiones causadas a los siete pasajeros. En total fue condenado a 410 años de prisión; sin embargo, según lo establece la legislación salvadoreña, ninguna persona puede permanecer presa por más de 60 años. Según la investigación, Ángel Alvarado planificó con otros pandilleros el asesinato del cobrador de la ruta 47. Supuestamente en venganza porque un día antes habían asesinado a su hermano el apodado "Crayola".

El día de los hechos el Hospital Zacamil se convirtió en un reflejo de la tragedia al recibir a varios de los sobrevivientes y algunos fallecidos por balas y graves quemaduras.



El entonces presidente Mauricio Funes, dijo a periodistas: “a mí me estremece, el hecho de ayer no tiene comparación con otros hechos... me parece un acto que busca generar terror, es un acto de terrorismo puro”.

Un extremismo que logró atraer las condenas de la comunidad internacional que pidieron la detención de los responsables de la matanza y te externaban la preocupación porque el Gobierno no lograba controlar la violencia endémica en el país.