Verónica Castro ha sido una figura fundamental en la industria del entretenimiento en México a lo largo de casi seis décadas. Durante todo este tiempo rompió esquemas y abrió camino en una industria que, como ella misma dijo, obligaba a las mujeres a “hablar el doble y callar lo que dolía”.
Fue así como durante la 28a edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF 2025), la actriz, cantante y presentadora mexicana recibió un homenaje por su trayectoria de 58 años y aprovechó para resaltar los sacrificios en sus inicios como mujer joven, en una industria dominada por hombres.
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Recordó con incomodidad su primer estelar en cine: "El arte de engañar" (1972), que incluyó una escena de desnudo que no estaba contemplada cuando aceptó el papel.
“Me temblaba el cuerpo, me tuvieron que dar un relajante, no quería quitarme la ropa, lloraba. Me sentí mal, no me sentí cómoda. Y desde entonces, decidí no hacer más desnudos. Eso me cerró muchas puertas, pero también me salvó”, reveló la artista de 72 años y madre del cantante Cristian Castro.
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Pese a los obstáculos, Verónica encontró formas de romper patrones: fue la primera mujer en Televisa en tener el control total como productora ejecutiva de una emisión; creó personajes, escribió guiones, impulsó protocolos de equidad y protegió a otras mujeres en sus equipos de trabajo, destacó el diario mexicano El Universal.
“Cada reconocimiento que se le da a una mujer en el cine es una semilla de igualdad. Yo lo recibo con humildad, pero también con fuerza, porque es para todas”, afirmó al recibir su merecido premio.
“¡Basta de abusos, de desigualdades, de silencios impuestos! Es momento de hablar entre nosotras, de cuidarnos entre nosotras, de crear espacios para brillar sin miedo”, pronunció también la veterana, recordada por telenovelas como "Los ricos también lloran" (1979), "Rosa salvaje" (1987) o "Mi pequeña soledad" (1990).
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