El estadounidense Tim Burton se ha ganado a pulso su imagen de duende travieso y gótico en Hollywood, un cineasta capaz de lograr éxitos de taquilla con películas estrafalarias como "Beetlejuice" (1988), una comedia negra cuyo segunda entrega abre el miércoles la 81ª Mostra de Venecia.

Tim Burton es como sus películas, no envejece: ataviado con sus aparatosos anteojos negros (un color que aficiona), podría interpretar perfectamente algunas de sus cintas más célebres, como "Eduardo Manostijeras" (El joven manos de tijera, en América Latina) (1990) o "Charlie y la fábrica de chocolate" (2005).
ANUNCIO


Tiene afición por lo sombrío, los monstruos y lo excéntrico, un gusto que ha logrado transmitir al gran público a lo largo de una larga carrera desigual, con grandes éxitos y algunos fracasos.

"Las películas fantásticas y de terror que vi en mi juventud fueron mi santuario, mi refugio", confesaba en 2022 el director, de rostro redondo y cabello desordenado, en Lyon (sureste de Francia), donde se le otorgó el Premio Lumière.

Niño solitario, salvado por el dibujo, Tim Burton cuenta que siempre se sintió diferente, "raro" en su localidad natal de Burbank (California), donde nació en 1958.

"Me gustaba todo lo que era un poco diferente, extraño. No encajaba en las categorías clásicas", explicó.

Décadas más tarde, Burton sigue siendo bastante reservado, prefiriendo crear más que explicar su mundo poblado de esqueletos, fantasmas y jinetes sin cabeza. "Prefiero que mi trabajo hable por sí mismo. (...) Me gustaría conservar una parte de misterio", dijo en esa visita.
Tim Burton, el célebre director de Beetlejuice./AFP
Tim Burton, el célebre director de Beetlejuice./AFP

Al margen


Aficionado al "stop motion", la técnica de animación que consiste en dibujar la acción de los personajes cuadro a cuadro, Tim Burton se integra en Disney gracias a una beca. Empieza trabajando en la película animada "Tod y Toby" (1981).

Pero este excéntrico creador se siente limitado en el gigante de los dibujos animados, que abandona rápidamente.

Burton es un defensor irremediable del bricolaje, lo hecho a mano, lo imperfecto, cuyo encanto se siente en "Beetlejuice" ("Bitelchús" en España), (1988), un cuento gótico donde morir parece una broma pesada, y que apuesta por la coexistencia pacífica de fantasmas y humanos.

El primer punto de inflexión llega un año después con "Batman", en el que vuelve a contar con Michael Keaton, y abre una nueva era para los superhéroes, apropiándose del género y rompiendo el mito del personaje liso y perfecto.

Sus otros actores favoritos serán Helena Bonham Carter o Johnny Depp, descubierto en 1991 con "Eduardo Manostijeras", otra inmersión en el mundo de lo gótico y tenebroso.

Su protagonista, una criatura con tijeras en lugar de manos, destruye todo lo que toca y es relegado a los márgenes de la sociedad.

El dúo Burton-Depp se mantendrá a lo largo de otras siete películas, entre ellas "Charlie y la fábrica de chocolate", donde Depp se adentra en la parte oscura del chocolatero Willy Wonka, personaje creado por Roald Dahl, así como en "Sleepy Hollow" (1999) o "Ed Wood" (1994), oda al cine de serie B.

Son películas que le ganan el favor de la crítica, pero no siempre del público. Pero Burton se mantiene en su línea y logra otro gran éxito de taquilla y crítica precisamente con otra sátira de las películas de serie B de los años 1950, "Mars Attacks" (1996).

Con su universo que recuerda a un cuenta de hadas deformado, Tim Burton irremediablemente acaba filmando una versión del clásico "Alicia en el país de las maravillas" (2010), que representa su regreso a Disney, o "Dumbo".

Su universo parece no envejecer: los más jóvenes se volcaron el año pasado en su serie "Miércoles", producida para Netflix e inspirada en la familia Addams, protagonizada por la joven estrella Jenna Ortega.

A los 21 años, Jenna Ortega se une ahora a la banda en "Beetlejuice Beetlejuice", la secuela que se presentará en Venecia, junto a Michael Keaton, Winona Ryder y Catherine O'Hara.