El infante Luis Fernando no pidió permiso para mostrarle al mundo su espíritu libre en medio de la llamada belle époque, ya que desde joven dejó ver su homosexualidad, lo que le llevó a radicarse en París, una ciudad de fiestas y lujos donde el madrileño afloraría lejos de los juicios de su linaje.
Mientras muchos ricos iban a disfrutar de la ópera, Luis Fernando gastaba su legado en fiestas y orgías con aristócratas y bohemios. Pronto empezó a cobrar por ser el alma de las fiestas, como todo un influencer, ya que su presencia escandalosa garantizaba el éxito de los eventos y que todos hablaran de ello a la mañana siguiente.

En una ocasión se presentó a una de sus fiestas semidesnudo y pintado de azul, de turbante y montado en un elefante, además de rodeado por jovencitos, lo que se quedó en la memoria de la sociedad parisina. Pero todo el esplendor se empañó poco después, cuando compartió una noche de desenfreno junto a su amante portugués Antonio de Vasconcelos en Cannes, e invitó a un marinero que acabó muerto por los excesos.
El rey Alfonso XIII lo expulsó así de la monarquía, despojándolo de su título de infante y de sus privilegios. Luis Fernando vagó por Europa traficando drogas e incluso llegó a ser detenido en Portugal por tratar cruzar la frontera disfrazado de mujer y portando cocaína.
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En 1930, con 42 años decidió sobrevivir a su miseria, casándose con la noble francesa Marie Constance Charlotte Say (1857-1943), quien era 32 años mayor que él y su víctima perfecta. Contrajeron nupcias en Londres y, pese a su escandalosa unión, lograron ser aceptados en París, donde la naturaleza excéntrica de Luis Fernando acabó con la fortuna de su mujer, hasta abandonarla.
La II guerra mundial trajo un propósito para el infante exiliado y se unió a la resistencia francesa ayudando a salvar judíos y disidentes del régimen nazi; se dice que incluso desafió a las milicias llevando el parche de judío en su manga.
Para 1945, solo, pobre y olvidado, Luis Fernando murió por tras una cirugía de cáncer testicular, con 56 años de edad. Ni su fría madre ni la familia real le rindieron homenajes y fue sepultado en la iglesia del Inmaculado Corazón de María, en París, donde sus restos descansan sin una placa conmemorativa.