Confieso que tengo un prurito intelectual al ver relacionado Cuscatlán con el actual territorio de la República de El Salvador. Me lo causa el hecho de que el antiguo señorío pipil abarcaba desde el río Paz hasta las riberas del Lempa y no alcanza a diversas áreas del norte y oriente. Es decir, es casi imposible poder relacionar un término con otro, más que desde una tradición cultural más romántica impulsada desde nuestro sistema escolar.

Fuera de ese detalle personal inicial, debo también confesar que he disfrutado mucho la lectura del primer número de la revista mensual Filatelia cuscatleca para el coleccionista. He degustado cada una de sus páginas, por los contenidos gráficos como textuales. El coleccionismo siempre es fuente de mucha información histórica, social, económica, genealógica, cultural y de otros ámbitos. Sellos y tarjetas postales abren ventanas desde el presente hacia el pasado, con el afán de legarle al futuro asideros de identidades nacionales, regionales y locales.
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Portada de Filatelia Cuscatleca para Coleccionistas, Julio 2024
Portada de Filatelia Cuscatleca para Coleccionistas, Julio 2024


Un aspecto curioso ha sido descubrir el coleccionismo de correo entrante mediante los sellos postales emitidos durante el breve reinado de Su Majestad Británica Eduardo VIII y que llegaron a El Salvador mediante portes franqueados. “Mi reino por un amor” dejó así una huella en la filatelia nacional para siempre.

También me resultaron de sumo interés los detalles organizativos de la Asociación Filatélica Salvadoreña (Afisal), la entrevista con el coleccionista Ricardo Recinos -el siempre estimado Chele Yuca de la radiocadena YSKL- y aspectos internos de la subasta filatélica Cahen-Clairmont. Quizá, para ediciones futuras, todos esos aspectos propios de la organización interna y sus actividades podrían ir agrupados en una misma sección, al inicio de la revista, para así destinar el cuerpo central de la misma a los artículos de fondo. Sugerencia de lector y editor, nada más.


La carne jugosa de esta primera edición de la revista se concentra en tres artículos ilustrados con profusión. El primero está dedicado a tratar de resolver el debate abierto de si el volcán en erupción reflejado en los primeros sellos postales salvadoreños de 1867 corresponde a un grabado del Izalco o del San Miguel, mismo que Afisal ha retomado para su logo institucional.

El segundo artículo trata las disposiciones gubernamentales que dieron origen al escudo y bandera nacionales “de Dueñas”, que estuvieron vigentes entre 1864 y 1912, año en que el gobierno del Dr. Manuel Enrique Araujo adoptó a las nuevas insignias patrias, elaboradas a partir de las vigentes en la región centroamericana durante el período republicano federal.


El tercer artículo de fondo se concentra en los corresponsales alemanes que intercambiaron cartas, sellos y tarjetas entre diversos puntos del territorio salvadoreño y localidades situadas en Prusia, Alsacia y otros puntos de los países germánicos. Para toda persona interesada en estudios genealógicos e históricos, el acceso a correspondencia personal, comercial y oficial es algo de suma importancia. Esa documentación permite trazar líneas de investigación acerca de los vínculos familiares entre ambas orillas del Atlántico, a la vez que brinda la posibilidad de reconstruir, de primera mano, las rutas comerciales y el espíritu de la época predominante en El Salvador y Europa en los años en que esos materiales ahora coleccionables fueron redactados.

En ese último artículo, traducido directamente de la lengua alemana gracias a un libro publicado en 2011, también resulta muy interesante el aporte puntual de que los correos nacionales fueron dirigidos en un momento determinado por Ernest van de Gehüchte, vinculado en familia con el belga August van de Gehüchte, autor del primer mapa oficial de la República de Guatemala, el cual reasumido y mejorado por el ingeniero alemán Maxmilian von Sonnenstern tras su trazado del primer mapa oficial de El Salvador, en diciembre de 1858.


En nuestra era digital, sentir amor por el coleccionismo de piezas del pasado es un auténtico desafío. En especial, en países pequeños como El Salvador. Pero otro reto extra es organizar mes a mes una serie de materiales, digitalizarlos en texto e imágenes, diagramarlos, llevarlos a imprenta y distribuirlos en versiones impresas y digitales, sin contar con ningún apoyo externo. Por eso, creo que el esfuerzo de Afisal al gestar su revista institucional es una muestra de verdadero amor hacia la patria salvadoreña. Ya vendrán más ediciones para superar los primeros errores ortotipográficos y adquirir y usar el imprescindible ISSN (International Standard Serial Number). Pero esos son meros detalles de carpintería. Lo esencial es que los jugosos artículos surgidos del entusiasmo de sus integrantes sigan nutriendo a la cultura salvadoreña de hoy y de mañana.