“Cantar es Sanar nació hace muchos años con ese sueño de poder vivir de este arte que tanto amo que es la música”, afirma la cantante, guitarrista y formadora musical Auxi Ostorga, fundadora y directora de esta academia ubicada en Santa Tecla, en La Libertad.
Su proyecto, que comenzó como una iniciativa personal en 2019, se ha consolidado como una escuela que promueve el aprendizaje técnico y la conexión emocional con la música. “La música no solamente es una herramienta artística y de expresión, sino también una forma muy profunda de sanar”, afirma la artista.
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La historia de esta escuela tiene sus raíces en la infancia de Ostorga. A los nueve años aprendió técnica vocal y guitarra, descubriendo en la música su “gran refugio” y su estilo de vida.
Con los años, su talento y presencia en escenarios la hicieron conocida como “esa chica que andaba de un lado para otro con su guitarra”, recuerda entre risas. Fue en 2018, cuando sus propios seguidores comenzaron a pedirle clases, que nació la idea de crear un método estructurado de enseñanza.
“Ese pequeño acto de subir un anuncio a mis redes marcó un antes y un después en mi vida laboral”, relata sobre aquel primer paso que transformó su carrera.
Hoy, Cantar es Sanar cuenta con 21 estudiantes, entre ellos niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, incluyendo cinco alumnos que reciben sus clases en línea.
“Buscamos que quienes se acerquen a la escuela no solamente aprendan técnica vocal o instrumental, sino que también descubran todo su potencial”, explica Ostorga.
La formación que ofrece su academia está centrada tanto en el crecimiento artístico como en el desarrollo humano. “Nuestra meta es formar artistas integrales, personas que se atrevan a compartir su talento con autenticidad y sensibilidad”, sostiene.
La escuela organiza regularmente conciertos, obras musicales y presentaciones públicas, donde los alumnos aplican lo aprendido en canto, instrumento, expresión escénica y actuación.
Además, han realizado recitales con causa, recaudando fondos para apoyar a quienes más lo necesitan. “Proyectos como Cantar es Sanar son fundamentales porque la música tiene un poder transformador —destaca Ostorga—. Ayuda a mejorar la salud emocional, fortalece la confianza personal y fomenta la creatividad”.
En un país donde el arte muchas veces se enfrenta a la falta de espacios, su academia se erige como un recordatorio de que, efectivamente, cantar también es sanar el alma.
