Mientras el mundo observa la ceremonia de investidura de Donald Trump en el Capitolio, en la Casa Blanca ocurre una mudanza única y fugaz.



El personal de la residencia presidencial tiene la tarea de trasladar las pertenencias de la familia saliente y preparar todo para la llegada de los nuevos ocupantes, todo ello en un lapso de cuatro a cinco horas, indica el sitio Share America.

“Es un milagro logístico”, señaló Jeffrey Engel, director del Centro de Historia Presidencial de la Universidad Metodista del Sur en Texas.



Un equipo de 90 personas, dirigido por el jefe de la Casa Blanca, asume el papel de mudanza, reemplazando artículos cotidianos como champús y colchones, y dejando lista la residencia para la nueva familia presidencial.
Una placa de identificación es puesta a la silla del presidente Ronald Reagan en el Salón de Gobierno de la Casa Blanca el 20 de enero de 1981. (Biblioteca Presidencial Ronald Reagan/Archivos Nacionales y Administración de Documentos)
Una placa de identificación es puesta a la silla del presidente Ronald Reagan en el Salón de Gobierno de la Casa Blanca el 20 de enero de 1981. (Biblioteca Presidencial Ronald Reagan/Archivos Nacionales y Administración de Documentos)


La operación comienza después de las elecciones primarias, cuando el ujier jefe investiga las preferencias de los principales candidatos. El día de la investidura, con camiones de mudanza estacionados al frente y detrás de la Casa Blanca, el equipo trabaja a contrarreloj para garantizar una transición impecable.

La tradición y el profesionalismo son clave en este proceso, y según Anita McBride, exjefa de personal de Laura Bush, dicho personal en la residencia es apolítico y se dedica a preservar la dignidad de la transición. Un ejemplo es el intercambio de cartas entre presidentes, dejadas en el emblemático escritorio Resolute del Despacho Oval, que reflejan desde palabras de ánimo hasta humildad en la derrota.

Además, el personal entrega a la familia saliente la bandera que ondeó sobre la Casa Blanca durante su mandato, un gesto que, según McBride, es profundamente emotivo.

A pesar de los lazos que se forman, el equipo siempre está listo para dar la bienvenida a la próxima familia presidencial, destacando su papel en la transición pacífica del poder.