A través de mediciones trimestrales, el observatorio da seguimiento a variables sensibles sobre la dinámica de las mypes, un segmento considerado "columna vertebral de la economía" porque emplea a miles de familias salvadoreñas y son refugio cuando las personas no logran encontrar un empleo en el mercado formal.
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Uno de esos indicadores es el impacto de la delincuencia, que en junio de 2020 apenas era de 3 % debido a que en ese momento la circulación se encontraba restringida por los esquemas de confinamiento ante el covid-19.
Con la reactivación de la economía, la cantidad de micro y pequeñas empresas que era víctima de la delincuencia aumentó y para junio de 2021 alcanzó un 26 %.
En marzo de 2022, cuando se aprobó por primera vez el régimen de excepción, un 27 % de las mypes reportaba afectaciones por las pandillas. Según la serie de Fusai, ese porcentaje se redujo a un 7 % para junio de ese año y, a partir de ese momento, se mantuvo en descenso.
El punto más bajo se registró en junio y diciembre de 2023, cuando apenas 1 % de las microempresas reportaba que tenía problemas con las pandillas.
La seguridad fue la principal bandera de propaganda del primer quinquenio de Nayib Bukele, cuya trigésima primera prórroga fue aprobada del 8 de octubre al 6 de noviembre. El último decreto avalado por la Asamblea Legislativa, el pasado 3 de octubre, señala que a la fecha se han detenido a 82,500 personas. Sin embargo, organizaciones civiles han denunciado que entre los capturados se encuentran personas sin vínculos con pandillas.
Inflación y competencia
De acuerdo con el análisis, las mypes deben invertir más en publicidad y diversificación de los productos para retener a los clientes en un momento donde la inflación ha afectado los costos operativos.“El mejoramiento del clima de seguridad ha impulsado a más personas a emprender sus propios negocios. Si bien esto ha dinamizado la economía, también ha intensificado la competencia para las microempresas existentes, reduciendo sus márgenes de ganancia y dificultando su supervivencia”, señala un reporte escrito por Luis Castillo, director del Observatorio Mype.
Fusai señaló que la “herencia” de la pandemia es un elevado endeudamiento que aún persiste en las micro y pequeñas empresas, así como un aumento de un 30 % de la canasta básica alimentaria desde 2021 que afecta directamente el poder adquisitivo de las familias.
Ante el elevado costo de la vida, las familias destinan la mayor parte de sus recursos para cubrir las necesidades básicas, que a su vez se traduce en menor demanda de productos y servicios para las microempresas.