El precio de la canasta básica alimentaria (CBA) urbana volvió a romper récord en julio tras superar por primera vez los $264, el valor más caro desde que se tiene registro, a partir de 2001, confirmó la Oficina Nacional de Estadística y Censos (Onec).

Según la institución, una división del Banco Central de Reserva (BCR), solo en julio el precio de la canasta urbana aumentó $2.74 en comparación con junio y se colocó en $264.91. Frente a enero de 2024, los salvadoreños pagan en promedio $8.17 más por la compra de alimentos.
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La canasta rural también aumentó $1.11 tras alcanzar $180.3 en julio. En este caso, la CBA mostró una reducción desde el pico registrado en julio de 2023, cuando superó los $193.98, hasta colocarse en $179.08 en mayo pasado, pero en los siguientes dos meses volvió a subir.

Los incrementos en la CBA coinciden con una crisis de alimentos que estalló a finales de junio, atribuida a las pérdidas en los cultivos por las fuertes lluvias que azotaron Centroamérica en la primera quincena de ese mes.


¿Cómo se calcula la CBA?

La metodología de la canasta básica alimentaria se definió en 1983, calculada para la zona urbana y rural. La CBA está conformada por un grupo de alimentos básicos en cantidades suficientes para cubrir, por lo menos, las necesidades energéticas y de proteínas de una familia.

La CBA urbana incluye 22 alimentos, mientras que la rural tiene 15. Para ambas canastas se incluye un 10 % adicional como costo de cocción (preparar alimentos).

En el caso de la canasta rural, se eliminan el pan y el rubro completo de verduras, además de una reducción en las raciones por persona, como las frutas que pasan de 157 gramos diarios por persona en la CBA urbana a 16 en la rural.

De acuerdo con la Onec, en la zona urbana hubo reducción en el costo de la ración de pan francés, grasas, huevos, leche fluida y frutas -naranja, plátano, guineo-, pero no fueron suficientes para contener los aumentos registrados en tortillas, arroz y carnes -cerdo, res, ave-; así como frijoles, verduras -papa, cebolla, chile verde, tomate, güisquil, repollo-, azúcar y cocción.

En la zona rural también subió la ración de tortillas, arroz, carnes, frijoles, azúcar y cocción, mientras que hubo reducciones en grasas, huevos, leche fluida y frutas.

Un estudio del BCR reveló que el 74.7 % de la dieta de los hogares rurales depende del maíz, arroz y frijoles, mientras que en la urbana se reduce a 36.2 %.