“Ellos” son Andrea Montano y Audiel Ávalos, que se lanzaron a la aventura con mucha ilusión. Andrea se define como “comunicadora, actriz, poeta y emprendedora”, entre otras cosas. Migró a Argentina en el 2018 buscando estudiar teatro. Está orgullosa de ser una de las dueñas “del primer y único restaurante centroamericano en Argentina”. Para ella, esto no es solo un tema gastronómico, “es una plataforma de proyección cultural para El Salvador y la región centroamericana”.
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Audiel también es polifacético, como la ocasión lo exige. Es compositor y contrabajista. Ha ganado 5 premios de composición en Estados Unidos y El Salvador, pero también es cofundador de Centraka, donde además tiene el rol de cocinero. Llegó a Buenos Aires desde 2018 y vive “una vida de malabares”, como él mismo lo dice, haciendo equilibrio entre el artista y el dueño de un lugar de comidas.
Centraka está ubicado en el barrio de San Telmo, un lugar en el corazón de Buenos Aires, de las zonas más antiguas y conservadas de la ciudad, un imán para turistas extranjeros, cazadores de antigüedades y gente de buen paladar. Calles empedradas, tráfico relativamente tranquilo y una decoración que llama la atención a todo aquel que transita la calle Carlos Calvo.
Arte, gastronomía y mucho sacrificio
Si bien el restaurante tiene apenas unos meses, esto empezó mucho antes. "Vinimos a estudiar teatro, pero hay que pagar cuentas y reinventarse", confiesa Andrea. Junto a Audiel salían a vender pupusas en un carrito por las calles. "Este un emprendimiento de 7 años, cuando no nos alcanzaba el dinero. Pasar de un carrito a un local en San Telmo ha sido una evolución", agrega.
“El nombre Centraka tiene una explicación”, afirma Andrea. “En Europa se le llama ‘sudaka” a todos los que vienen de Sudamérica, así que para hacer un paralelismo le pusimos Centraka, que sería el equivalente para los centroamericanos”, agrega. Sus clientes básicamente son salvadoreños en primer lugar, sobre todo del mundillo artístico, y estudiantes que mueren por una pupusa. Luego le siguen el resto de los centroamericanos. “Curiosamente, luego le siguen los venezolanos y colombianos, y después los argentinos”, agrega Andrea.
Audiel, encargado de la cocina, sabe lo que significa el sabor de una pupusa, un gallo pinto o una baleada para que alguien que vive fuera del país: “Más allá del costo de las cosas, nosotros nos enfocamos en que nuestros productos sean frescos y de calidad. Nunca buscamos recortar costos en pos de tener mejor ganancia sino que queremos que las pupusas sean lo más auténticas posible. Lo que buscamos es brindar una experiencia para que cualquier centroamericano aquí en Argentina por un momento se sienta en casa”.
Aunque parezca increíble, Audiel se las ingenia para poder cocinar con ingredientes locales sin perder calidad. “Es imposible traer la materia prima desde Centroamérica, pero aquí conseguimos casi todo”, dice. Lo más complicado para él es convivir con la inflación de Argentina, donde los precios aumentan sistemáticamente casi todas las semanas. “El tema de la inflación es difícil, porque tenemos que imprimir menús al menos una vez al mes porque los precios siempre suben".
Más allá de la experiencia gastronómica, Centraka es además el punto de reunión de diferentes comunidades centroamericanas y el centro de un interesante movimiento cultural que incluye actores, poetas y músicos, entre los cuales están los integrantes del Coro Azul, un grupo vocal de salvadoreños en Argentina con el apoyo de la Embajada de El Salvador en dicho país.